domingo, 22 de julio de 2007

<- - .*· Sueños / I ...


La lluvia hace decantar las palabras, mezclándose con el insomnio y las ganas de dormirse ya, las líneas manchan de a borbotones las hojas blancas y la mano sigue un impulso infinito, desconocido.

Anoche tuve un sueño de esos que te dejan escalofríos a la mañana (¿dónde estoy cuando sueño?)… sueños que se sienten con los sentidos … de superficie texturizada, gelatinosos, profundos.

Ahora, antes de dormir y seguramente soñar, vuelve el escalofrío, el sabor lejano de ese anoche. Estaba ahí en un lugar sin nombre, viviendo. Y después de haberlo transitado misteriosamente me queda una experiencia, un aprendizaje, un registro en la memoria corporal: un contacto más con aquello que llamamos mundo y en el momento que lo nombramos es …
El vasto campo de los sueños floreados y resecos, todavía desconocido e infranqueable, reproduce para su preservación mágica miles de sitios ocultos, cuevas, lagunas, pozos y nubes que tapan el sol.
Y nosotros ¿seguiremos buscando un nombre que lo unifique todo, incansablemente? ... hasta que hallemos la forma de ser “en el mundo” sin necesidad de necesitar ni de distinguir entre la vida y los sueños …
Hasta entonces enciendo una velita a la noche, para no quedar completamente a oscuras.

viernes, 6 de julio de 2007


-¿Lluvia otra vez?-Preguntó una voz chiquita.

Nadie le respondió, sus palabras hicieron ecos y volvieron como fantasmas. El agujero del techo se hizo un poco más grande y las gotas verdes entraron sin compasión.

La vocecita abrió el paragüas de siempre para esperar que pase, aunque cada tanto espiaba hacia arriba, tratando de ver qué había más allá: como siempre, afuera hay sol.

Nadie ve la lluvia y nadie responde, tal vez por eso es verde.



-¿Esa voz otra vez?-Preguntó la cabeza.

Nadie respondió, los pensamientos vagaron por la memoria y se perdieron en laberintos sinsentido. El mundo de los sueños se hizo un poco más distante y el silencio encontró un nuevo rincón.

El cuerpo siguió caminando para hacer como si nada hubiera sucedido, pasando el puño por los ojos, aunque cada tanto se lleva la mano al pecho, para verificar que siga latiendo: como siempre, adentro hay una voz.

Nadie escuchó los pensamientos y nadie secó las lágrimas, para eso está el sol.