La lluvia hace decantar las palabras, mezclándose con el insomnio y las ganas de dormirse ya, las líneas manchan de a borbotones las hojas blancas y la mano sigue un impulso infinito, desconocido.
Anoche tuve un sueño de esos que te dejan escalofríos a la mañana (¿dónde estoy cuando sueño?)… sueños que se sienten con los sentidos … de superficie texturizada, gelatinosos, profundos.
Ahora, antes de dormir y seguramente soñar, vuelve el escalofrío, el sabor lejano de ese anoche. Estaba ahí en un lugar sin nombre, viviendo. Y después de haberlo transitado misteriosamente me queda una experiencia, un aprendizaje, un registro en la memoria corporal: un contacto más con aquello que llamamos mundo y en el momento que lo nombramos es …
El vasto campo de los sueños floreados y resecos, todavía desconocido e infranqueable, reproduce para su preservación mágica miles de sitios ocultos, cuevas, lagunas, pozos y nubes que tapan el sol.
Y nosotros ¿seguiremos buscando un nombre que lo unifique todo, incansablemente? ... hasta que hallemos la forma de ser “en el mundo” sin necesidad de necesitar ni de distinguir entre la vida y los sueños …
Hasta entonces enciendo una velita a la noche, para no quedar completamente a oscuras.