lunes, 3 de diciembre de 2007

azul

Azules emociones de un año que se venía de color confuso y se va terminando de un azul profundo, muy hondo y casi diría como el mar. Abrazos y sonrisas y horas interminables de murga de movimiento de charlas y birritas en la plaza de colores... tantas vueltas aladas para sentirme liviana. Hombros que se levantan indiferentes a esa mirada que no dice nada y a esas palabras que me hirieron en lo profundo pero ese lugar está tan azul que sólo responde sonrisa y a otra cosa.


Año azul: gracias.


Un tarrito de pintura, unas hojas de diarios viejos, pinceles, manos que se cruzan para alcanzar las paredes, agua sucia, manchas, miradas, comiendo gelatinas de colores y yendo de acá para allá con las gotitas de témpera dejando su rastro por toda la casa.
La mirada de agua de mi papá que me abraza y me llena de eso que tanto necesitaba.
La melena pintada de colores de mi hermano altísimo que me mira desde arriba y sonríe y pasa música y también come gelatinitas.
Despertar en la casa coloreada, moviendo basura y huellas de fiesta, manchas, pegotes, botellas, colillas, el fernet que se volcó cuando dormían, los restos de torta que sobrevivieron a la gula mañanera, los recuerdos de haber estado acá o ahí sentada charlando pintando bailando.
Agarrar el bolso y guardar la levita y las vendas para los tobillos.
Tarde sofocante de plaza platense en visperas del verano y en visperas de la marcha carnavalera, jugando al carnaval con las horas con los transeúntes los que miran los que pasan los que bailan y te miran los que te rodean y juegan también. Colores y más colores y miro azul a través del sol brillante cómo saltan y se ríen tanto.
Risas azules que extraño cuando estoy sola sentada en mi pieza. Y que me dan la fuerza de reir de todas maneras.










un felíz no cumpleaños para todos y un saludito de cumple (muy felíz) para mí.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Esbozo de autoretrato


Ubicado por fundamentalismo en la barbarie -y a mucha honra- mi presente se configura en ese espacio de enunciación heterogéneo que ocpuan mis 23 (casi 24!) años de experiencia bajo el yugo del reloj a cuerda.
Mitad ñona mitad fiestera, me convierto en una monstruosidad frankesteiniana de origen incierto. Mi creador es un sujeto múltiple y repleto de contradicciones: padres arquitectos y cordobeses (una madre humanista que me enseñó a sembrar jardines y un padre con fantasías de revolucionario que me legó el espíritu libertario).
Tres hermanos únicos e increíbles (una hadita pequeña y traviesa, un sensible álamo-poeta y una tristefelíz hermana-pez), que me extrañan y los extraño, y tengo un inventario infinito de momentos bellos para mantenerlos cerca siempre.
Amigos de todos los colores, mutantes, extraterrestres, que van y vienen y por suerte siempre hay.
La Institución Universitaria, el inicial motivo de mis últimos años en la torcida ciudad diagonal, se encarga de escriturar mis ideas y de transplantar signos de interrogación a mi constante descubrimiento del mundo. De hacerme antropofágica poco a poco.
La murgosfera de purpurina que me enseñó a volar entre los edificios...
La Casa Hippie que está llena y vacía, me acompaña y me olvida, me importa y no. Cíclicamente fiesta y estepa.


Resultado: un patchwork de artsistas salvajes e indecisos que rematan pinceladas y retoques constantemente.
Amante del amor pero irremediablemente soltera.
Pongo a mi disposición la elasticidad del tiempo pero lo uso todo para los demás, y cuando me tocaba a mí, suena la alarma del despertador y me vuelvo postergable.
Y La Colombina... ése es mi yo-espejo. Es la muchacha de buen porte, exitosa y despreocupada. Es quien enamora a Pierrot perdidamente, pero se escapa en los carnavales con un ocasional Arlequín.



Finalmente; no hay en verdad ningún Pierrot cuando se baja el espejo y si figura algún Arlequín en la diatriba seguramente ni se enteró de mi colombina situación.

viernes, 9 de noviembre de 2007

recortes




















Fragmentos de la nada cotidiana. O dicho de otro modo: instantes mágicos que se cuelan en el acontecer circular de un mundo sinsentido... mundo que se crea en cada una de estas miradas, en su encuentro, en la baldosa transitada una vez y otra más, en el viento que sacude mi ventana (y la tuya).
Pequeños recortes de sentido, constructores de mundanidad.

lunes, 5 de noviembre de 2007

desde mi ventana



Ventanas cerradas que

esconden el adentro, su casa profunda

Fachadas de juguete que

disfrazan el miedo, la miseria de la abulia



Carne superflua que se forma en una llaga
_______________________Baratura abotagada

Exceso de regularidad que se camufla en la deco
______________________________Naif burbujizante

Ciudad fusión de contiendas pendulares
______________Monstruosidad maquillada



Pero mi casita no

no tiene flor en maceta

ni trabitas en la ventana

no tiene sótano repleto

ni humeante chimenea.

sábado, 27 de octubre de 2007

...en el aire... soplos de los re-cuerdos


Olvido de la tierra, de la forma y el color
del aroma y de la vibración melodiosa del río
Recorte de montañas en el cielo y
parches de edificios sin horizontes...



NO


Recuerdo de la silenciosa nieve
del canto arbóreo en el bosquecito
de las piedras gigantes bajo el agua y
las mojarritas en el Casa de Piedra...



SI NO SI



TIERRA que me hiciste barro y
AGUA
FUEGO que me encendiste
vida



SI



Raíces... que crecen y se hacen

profundas,
en todos lados

sábado, 6 de octubre de 2007

Érase un entonces
cuando el cuando todavía no era ni sonido
porque la mitad de las cosas de ahora no tenían
Mitad Mujer-Mitad Fantasía
sostener esa verdad: ha sido asi desde que
la memoria
no tenía nombre
entonces
la fantasía no tenía dueños ni señores
el camino del sueño prescindía
de una explicación.
La luna passeaba a la hora de la siesta
el sol camuflado en flor bailaba en el campo
en el viento

Y la pintura
sostenida y pendiente de una telaraña:hoy
No alcanza para hacer ssonreír a la luna
ni para que brille un girasol

jueves, 27 de septiembre de 2007

tributo a Alicia


Las olas se fueron y un pez me habló.
Se llevaron todo: las lágrimas, las desolaciones, los espejos rotos, los vacíos, las letras partidas.
Me dijo (el pez) un secreto al corazón: "tum, tum ¿quién sueña?... El mar es grande, hay mucho espacio para crecer en él; por eso no estoy en un estanque, en una pecera... ¿y vos?"
Y yo, sirena que vive de sueños había olvidado mi propia verdad y sólo sentía el dolor de las nuevas escamas.
Pero la voz del mar, la del pez, me recordó los colores. Me recordó su presencia, su abrazo de agua.
Se disiparon así las nubes que oscurecían el horizonte en mis ojos.
Y me puse un vestido bordado de sueños y salí..





... a rumbear el asfalto, a saltar tres saltos, a pasear en biciclutez, a pintar cuadernos, a escribir notitas en la libretita del bolsillo de la mochila, a hacer temblar gelatinosos pensamientos, a tomar tés verdes con una cucharadita de miel, a cantar en la ducha mañanera, a saltear cebollas sin nanas, a darle cuerda al reloj despertador, a sonreírle a cualquiera aunque no me comprenda, a enamorarme de todos, a leer y leer hasta que las pestañas mueran, a sentir el perfume de las veredas, a tocar timbres y puertas de mis amigos, a leer Las Aventuras de Alicia antes de dormir, a mirar el techo cuando ya no quiero nada y a escapar de las rutinas siempre que las descubro.



"¡Todo es mentira!" cantó el océano. Y confío en sus palabras sin dudarlo, aunque no lo pueda comprender del todo, aunque sólo vea su horizonte azul que se arquea... y pareciera no tener fin.



Yo te miro desde acá y sos infinito, pero sé que hay alguien del otro lado, que mira hacia acá y me piensa en el infinito también... y no hay verdad.

domingo, 23 de septiembre de 2007

CARACOL



EVOLUCIÓN, cambio, giro lingual, (R)evolución


CRECIMIENTO, aumento de volumen, también de su brillante pisada


EXPERIENCIA, senibilización antenal, más y más marcas en la espalda


INDEPEDENCIA, desconexión y autoabastecimiento consumista




¿A dónde pensabas llegar después de todo? Detrás tuyo sólo queda una baba instantánea y fuera de tu absurda burbuja el universo se extiende a tus pies, lejano e inalcanzable. Y endureciste tanto tu cuerpo para creerte grande, que ya no te entra la mueca de la risa, el último puente antes de la soledad.



Infinito fuera del pequeño mundo del caracol, que se despliega en la imaginación de los que viajan por las nubes porque no querían pisotear ese gel baboso, imagen que reluces en las falsas utopías: dejanos soñar tranquilos, con los pies entre la tierra y mirando las burbujas (brillan al sol, se elevan, se pierden, estallan).

lunes, 17 de septiembre de 2007

...
........EL........
.......TIEMPO........
.............ES...............
................EN..................
...................MI.....................
..................UN...................
.............ARBOL...............
...........QUE..............
.......CRECE.......
+
+

+
...
LENTAMENTE

viernes, 31 de agosto de 2007

vacíos


Las palabras no sirven de nada.

No llegan a dejar ni un poco de esta piel de gallina, del viento frío y el sol tibio que se esconde. Hay dos edificios altos y entre medio de ellos un pasillo naranja que llega hasta acá, la plaza, extinguiéndose lentamente.

Nada puedo decir, no me alcanza el inmenso universo que me rodea para reprodcir, o al menos simular que, este pequeño momento.












(Alguna vez tuve un ángel guardián, frente a la puerta como las esfinges de La Historia Interminable: pregunta acertada o mueres fulminado. Hoy me olvidé de los acertijos y de las esfinges... estoy lejos, en una ciudad que relampaguea y mis ojos se conforman con la gelatina imaginaria. Las calles se inundan... y el río se hace voz de mis ojos.








El agua... se lleva las lágrimas que no derramo cuando las necesito, cuando necesito el dolor, un baño fresco de soledad para reverdecer en un nuevo día, en nuevas dudas, nuevas risas, nuevos soles entre los edificios).











Me ex-presiono en la simultaneidad de la palabra y el pensamiento y sintetizo en un canal la desdicha y la pasión, la curiosidad y el hartazgo. Emociones virtuales en vísperas de la desolación.








Y no me alcanzan. Porque no alcanzan a decir las miles de palabras de este reducido espacio. Y termino en el renglón y no hubo nota al pié.


Quedó finalizado, muerto entre los paréntesis. Pero continúa vacío.


Las palabras no dicen, simplemente dibujan garabatos, se recortan en el cielo del atardecer como ramas de un árbol caduco.








Y en tu cabeza, lector, en tu voz imaginada, se cansaron de ser eco...


sólo queda un escape, un punto de fuga, una salida de emergencia, un frasquito que dice "bébeme" y aunque la llave todavía está en la mesa de cristal podés nadar para salvarte... sólo una posibilidad para éstas letras partidas: llenalas ¡por favor! con tus más bellas experiencias.


A mi no me sirven,


de nada.

domingo, 26 de agosto de 2007

...en el fuego




Circuela Cuchulifa que pasea en biciclutez, vuelve apresurada a mirar por la ventana mientras se seca las manos en el delantal, para cuidar que el cerdo que esconde el vecino no les quite, otra vez, la comida a sus perros.
Destapa la olla y el arroz yamaní borbotea.
Boinado lee una revista de historietas de historias de arroz con pollo y ciudadanos que miran la TV.
Se mueve porque el aroma de la cocina lo marea y en vez de leer "arroz con pollo" lee "espinacas" y en vez de ver caritas de ciudadanos que miran la TV ve Cuchulifas por todos lados.
Revista abierta hacia abajo, mirándose con la mesa, el humo de una colilla que sube despacio y Boinado atravesando la breve distancia entre Circuela y él.
Circuela Cuchulifa filosofogando sobre la alimentación de los cerdos (preguntándole a sus otras yos si sería una buena trampa darle arroz yamaní a los perros) es interrumpida por la mano del Boinado, con su breve poesía de bolsillo, con su música de calleja; que rodea su cintura y le invade la estática vagabundez con un beso en la nariz.
Lo mira y le sonríe y revuelve con la cuchara de madera.
Juntos revuelven charlas y a modo de conclusión, de episodio visible, intercambian un par de palabras, de la estirpe de las que esconden el gran iceberg de sentimientos.
- ¡Qué rico olorcito a comida!
- Y qué leías, ¿el de Hugo Sami?
- ¿Cuál cerdo? ¡¡Los vecinos nunca tuvieron mascotas!!
-Pero estoy más que segura, se mete en el jardín a la noche y se revuelve las sobras...
- Mirá si van a pasar tantas cosas sin que nos enteremos... nos quedamos toda la noche mirando si querés.
- Mirarte a los ojos, me encanta, pero me gustaría dormir porque mañana me toca pasear y no arreglé mi biciclutez.
- Si no te animás... después no me vengas con falsofofadas.
- ¡¿Cómo que qué?! Mejor así no vengas más a comer, ya no me importa.

El arroz se empieza a pegar en el fondo de la olla y Circuela Cuchulifa reacciona. Suena el timbre. Corre al espejo del baño, se acomoda el flequillo y revisa el aliento. Se mira de nuevo al girar para asegurarse de que ésa era la pollera correcta.
Intenta una disimulada seriedad y baja el picaporte, con una sonrisa de oreja a oreja. Llegó el Boinado.

lunes, 6 de agosto de 2007

Sueños II :... Sobre sueños, ensueños y no sueños.



Todos habitan en los laberintos interiores, en la memoria, en las palabras, en el estómago.

Me acuerdo muchos de los sueños de mi infancia, aunque uelo olvidar qué pensaba y sentía de ellos: hay pensamientos y sentimientos que nunca se guardan en la cajita de los recuerdos.



No recuerdo cómo era la risa cuando tenía 10 años.







Hay sueños que se caen al piso y se chocan con la vereda (aunque yo esperaría que reboten o la atraviesen, al final de cuenta son sueños, ¿no?). Y se descubren a sí mismos como no-sueños, también llamados de otras formas, como realidades, compromisos, verdades, el mundo del hoy, el de los noticieros.

Está bien que caigan, es preferible perderlos.

De éstos hay de sobra.








Hay sueños que vuelan como globos de helio, se van a jugar con las nubes o con un pajarito. Si es verano les gusta volverse burbujas en la plaza y en otoño se dejan llevar por las lluvias torrenciales. Se escapan y descubren que tenían forma de ensueño, con alas cortas pero brillantes, con manos fuertes pero impacientes.

Nacieron para volar y transfigurarse, para vagar de soñador en soñador, no sin antes de marchar dejarles una sonrisa en el alma.

En parte quedan y en parte se van.

Si uno por casualidad descubre un ensueño, no debe despreciarlo ni abusar de él: sólo es recomendable disfrutarlo mientras se quede cerca, porque se irá sin avisar.







Hay sueños que tienen fuerza propia, manos, alas, miradas gigantes. Te hacen sentir que te caaés o que estás volando de verdad y no sabés si creerles, porque parecen ensueños y también realidades.

Pero resulta que ahí están de nuevo, cosquilleándote la panza o empujándote a ir un poco más. No se vuelan ni se caen.

Son nubes, burbujas y plumas, que te envuelven y juegan con tus sentidos, se ríen de tus pensamientos y se esconden atrás de los árboles. No se perden ni se olvidan, son como una sombra, a veces invisible a tus ojos, que te acompaña siempre.

Sueños de toda la vida, tan pero tan grandes, que atraviesan la noche y la almohada, que se despegan de tus ojos y le hablan al corazón, caminan con los pies y abrazan con las manos.

Quien descubra que los ojos, los pies, las manos y los latidos están apretando un sueño; no debe olvidarlo, no debe despertar: recomiendo mantenerse siempre soñando.


domingo, 22 de julio de 2007

<- - .*· Sueños / I ...


La lluvia hace decantar las palabras, mezclándose con el insomnio y las ganas de dormirse ya, las líneas manchan de a borbotones las hojas blancas y la mano sigue un impulso infinito, desconocido.

Anoche tuve un sueño de esos que te dejan escalofríos a la mañana (¿dónde estoy cuando sueño?)… sueños que se sienten con los sentidos … de superficie texturizada, gelatinosos, profundos.

Ahora, antes de dormir y seguramente soñar, vuelve el escalofrío, el sabor lejano de ese anoche. Estaba ahí en un lugar sin nombre, viviendo. Y después de haberlo transitado misteriosamente me queda una experiencia, un aprendizaje, un registro en la memoria corporal: un contacto más con aquello que llamamos mundo y en el momento que lo nombramos es …
El vasto campo de los sueños floreados y resecos, todavía desconocido e infranqueable, reproduce para su preservación mágica miles de sitios ocultos, cuevas, lagunas, pozos y nubes que tapan el sol.
Y nosotros ¿seguiremos buscando un nombre que lo unifique todo, incansablemente? ... hasta que hallemos la forma de ser “en el mundo” sin necesidad de necesitar ni de distinguir entre la vida y los sueños …
Hasta entonces enciendo una velita a la noche, para no quedar completamente a oscuras.

viernes, 6 de julio de 2007


-¿Lluvia otra vez?-Preguntó una voz chiquita.

Nadie le respondió, sus palabras hicieron ecos y volvieron como fantasmas. El agujero del techo se hizo un poco más grande y las gotas verdes entraron sin compasión.

La vocecita abrió el paragüas de siempre para esperar que pase, aunque cada tanto espiaba hacia arriba, tratando de ver qué había más allá: como siempre, afuera hay sol.

Nadie ve la lluvia y nadie responde, tal vez por eso es verde.



-¿Esa voz otra vez?-Preguntó la cabeza.

Nadie respondió, los pensamientos vagaron por la memoria y se perdieron en laberintos sinsentido. El mundo de los sueños se hizo un poco más distante y el silencio encontró un nuevo rincón.

El cuerpo siguió caminando para hacer como si nada hubiera sucedido, pasando el puño por los ojos, aunque cada tanto se lleva la mano al pecho, para verificar que siga latiendo: como siempre, adentro hay una voz.

Nadie escuchó los pensamientos y nadie secó las lágrimas, para eso está el sol.

jueves, 28 de junio de 2007


LA DESMEMORIA


Legajos, claves, contraseñas, D.N.I., C.I., fórmulas, password, números, CUIT, CUIL, teléfonod, Pin, palabras clave, códigos, direcciones, fechas, horarios...

Cómo no olvidarme de las cosas importantes, si me llenaron e porquerías el disco rígido.

sábado, 19 de mayo de 2007

Carnaval - Herida que surca la mirada




La tarde raya con sus últimas luces las baldosas, recortándose anaranjada entre los edificios, las antenas, las chimeneas, los tanques de agua; atravesando las hojas amarillas y marrones que bajan de sus ramas a bailar con el viento. El azul profundo, el verde oscuro, el gris metálico invaden la plaza lentamente y comienza un desfile de gorros, bufandas y guantes, ecos de la tos, pasos apretados, alientos gélidos que deambulan por los caminitos.
Observo el espectáculo sentado en un banco de madera un poco alejado, a mi lado los fantasmas sacuden las hamacas. Ha sido un día agitado, de muchas idas y vueltas, intenso. Llegué hasta aquí de casualidad y el otoño me invitó a contemplarlo un rato, bajo un lapacho que se desnuda lentamente y su aspecto espinoso me invita más bien al dolor. Cansado de tanto trajín, me dejo caer en la madera y pongo mi bolsa a un lado. Sin darme cuenta los párpados caen, los ojos se cierran …




Imágenes que provienen de otros tiempos invaden mi cabeza: Recorría la ciudad como una brisa fresca, me volvía volátil, liviano, me esparcía como gotas de agua en la mañana. El sol calentaba la tierra y el celeste interminable se resistía a las nubes y las lluvias. El aire perezoso apenas lograba mover el calor de un lado a otro y a los árboles no les alcanzaba su propia sombra para descansar. Las calles transpiraban sueños de siesta, ronquidos bajos, vidrieras tapadas, persianas cerradas en cada ventana.
Me crucé con un auto cada tanto y con algún caminante que divagaba bajo el sopor amarillo. Cuando pasé por la plaza, la fuente tenía poquísima agua, apenas unos borbotones y chorritos cortos que parecían hervir más que fluir constantemente.
En mi onírico vuelo veía, las esquinas, los techos, la calle y las veredas, los perros y los mosquitos arremolinados sobre el pasto de la rambla.
Entonces recordé algo viejo, de la niñez. Aburrido de tanto vagar, empecé a cantar unas letras compuestas por nadie pero conocidas por todos; bajito primero, casi sin pensarlo y un poco dejándome llevar por el momento (debo aclarar: para quien nunca soñó que volaba, es una sensación única flotar por el aire sin pesar nada, sin ataduras, mirando el mundo desde un lugar diferente, yendo de-acá-para-allá con un breve impulso), decía entonces que cantaba.
La vida por allí abajo dormitaba y hacía oídos sordos a mi melodía, a pesar de que estaba allá arriba, por entre las cabezas. Pensé que a nadie le importaría entonces lo que yo hiciera, pues en mis etéreas vueltas me volvía invisible, así es que solté con ganas la voz y dejé que la canción brotara a gritos (igualito a cuando me emociono cantando en la ducha).
El recorrido se intensificó y viajaba velozmente por los rumbos del cemento, por las copas de las plazas, entre balcones amontonados, alrededor de torres silenciosas. Ahí fue cuando me empecé a sentir gigante, interminable. Me empezaron a pasar cosas raras: Un pié se me tiñó de verde y otro de turquesa. En una mano me brotaron lunares amarillos y del ombligo me empezaron a caer brillitos de colores. Las rodillas se pusieron a temblequear y por debajo de la media me asomó una serpentina violeta que se enroló hasta la cintura y se sacudía con el viento.
Una vorágine de sonidos se acoplaba a mi canción desde un recóndito lugar, como un eco que llegaba de rincones ocultos; esos espacios que no veía desde allá cuando pasaba a tanta velocidad y me arremolinaba sobre la siesta aparente. Y eran voces lejanas, pero que conocían también la canción, multiplicaban sus melodías …¡¡Tanto barullo armé sin siquiera buscarlo!! Miradas curiosas se asomaron por los huequitos de las persianas, después se levantó alguna ventana, más tarde alguien abrió la puerta. Ojos al cielo, pies hacia las veredas, encontrándose. Caras marcadas por las almohadas que se espejaban al otro lado de la calle, sorprendidas.
A todo esto yo seguía girando y circulando y ya no podía controlar las serpentinas que ahora se enroscaban por todos lados, mi nariz estaba colorada y mi boca grande y los dientes de colores y los brazos que se me iban por el aire y las serpentinas que salían hasta por las orejas, el corazón latía fuerte y mi ombligo seguía despidiendo brillos y eso me sacudía el estómago y me hacía cosquillas y perfumes en los poros. Mi canoso pelo se volvió un arco iris flameante y las piernas tenían más rayas que un tigre. Manchas, roles patas arriba, parches, lunares, pedazos de otras cosas, saltitos, notas partidas, ritmos contrapuestos, juegos sin reglamento, colores desarmónicos, palabras al revés. La confusión plantó bandera y creí que nadaba en vez de volar, y que me quedaba en un lugar y no pasaba por todos lados. Sentí que el suelo temblaba y no latía mi corazón y soñé que estaba despierto y no soñaba para despertar.
La música y los colores desbordaron lo inabordable y las puertas se abrieron de a cientos y de par en par. La lluvia de brillitos disipó el calor y todos querían empaparse hasta el final. Los perros, las miradas, los remolones, el agua de las fuentes, los mosquitos, los caminantes perdidos, las antenas sordas: todos se mojaban y festejaban y también a ellos les crecieron las serpentinas desde los pies y se les pintaron las orejas y las bocas se agrandaron y los corazones se transfiguraron.




Una ráfaga helada me despierta. Tiemblo y estornudo y saco las manos de los bolsillos para frotarlas. La sombra ocupa el abandonado escenario y las hamacas inmóviles dejaron de chirriar. Busco un saco en mi bolsa y le agrego una vuelta de bufanda al cuello. Por la calle vacía pasa estruendoso el camión de la basura.
“Qué frío que está todo” pienso, y me levanto despacio a buscar un refugio para pasar la noche.

domingo, 13 de mayo de 2007

Mi Tiempo/II versión


lcé mi mano para que el reflejo del sol no le diera a mi reloj. Las tres menos diez. Llego tarde. Acelero el paso, tratando de evitar la multitud que invade incansablemente la vereda. Miro nuevamente la hora. Menos cinco ¿Por qué van tan despacio?.
Observo cuando paso rápidamente a su lado, con indiferencia, mientras pienso en la agenda para el día de hoy, horarios a cumplir. Mis pasos ya son zancadas y no me importa mucho si me llevo por delante a alguno de esos entes molestos que circulan las baldosas sinsentido, estoy llegando tarde.
Por fin me acerco a la esquina y puedo ver en la vereda de enfrente a mi representante de ventas, el sr. C, que se balancea intranquilamente. Consigo que me divise a través de aquél mar de rostros y al verme hace un gesto para que me apure.
Sin intención de aminorar la marcha, bajo de súbito a la calle. Mi camino es interrumpido por la bocina de un auto ¿Qué le pasa a este...? No termino de darme vuelta para enviar la primer queja que pase por mi cabeza a un destinatario x, cuando siento el choque duro de un paragolpes en mi abdomen... la fuerza impulsa mi cuerpo, que sale despedido para terminar contra el cemento. Colisión gris con gris. Mi cabeza golpea en el cordón de la vereda.
La gente se reúne a mi alrededor y puedo escuchar sus gritos de alarma, voces que preguntan, sirenas, bullicio: pronto se van fundiendo en un silencio profundo. Mi vista se nubla y empieza a desvanecerse la multitud.
Pasa el tiempo y la oscuridad se me está haciendo costumbre, también el silencio (que parece la eternidad) Una luz enceguecedora se prende ante mi rostro y no distingo nada. ¿Estaré en el hospital? Seguramente, el atento sr. C me habrá llevado a una clínica, confiado en que mi seguro médico tiene la mejor cobertura, y estará explicándole lo sucedido al médico... Algo hay en mi recuerdo, antes de dormirme... podría jurar (seguro consigo algún testigo) que ese auto venía demasiado rápido, es un peligro alguien así, que atropella a la gente como si nada, será fácil ganar un juicio en caso de ser necesario... De a poco, las imágenes del accidente volvieron a mi cabeza, mi representante, la calle, el paragolpes, el cordón de la vereda. Sentí dolor, mucho dolor. De un tipo que nunca había experimentado, profundo. Dolor que me sacude hasta el corazón y me golpea hasta el más alto orgullo.
Después de aquel momento de paz en que había estado sumergido quién sabe cuánto tiempo, esa molesta luz blanca y el pseudos-recuerdo de lo sucedido me hicieron perder la calma... desesperado, comencé a llorar. Necesitaba saber qué estaba sucediendo.
Las lágrimas corrían por mi rostro irremediablemente, y mis confundidos oídos empezaron a registrar, a distinguir mis gritos de sufrimiento que se expandían ocupando el espacio del silencio.
En ese momento, me invadió una extraña sensación. Me sentí pequeño, insignificante, inútil.
Abrí los ojos finalmente. Como lo imaginé, estaba en un hospital, pero tenía un aspecto muy pobre, y las personas que me rodeaban me resultaban totalmente desconocidas. Sin embargo, había una mujer allí que me sonreía, por algún extraño motivo la encontré muy atractiva y sobresaliente del resto, a pesar de su cansado aspecto... la luz de sus ojos estaba llena de amor. Extendí mis brazos hacia ella, ansioso de algún afecto.
Fue ahí cuando me dí cuenta. Fue ahí, cuando vi mis pequeñas manos y mis labios se movieron inútilmente, incapaces de pronunciar palabras ahora olvidadas... Fue ahí cuando en mi mente tozuda vi lo que realmente había pasado. Descubrí mi rostro viejo, preocupado y serio, con el ceño fruncido por costumbre, de tanto pensar en las agujas del reloj persiguiendo mis pasos. Comprendí a la gente de la calle, que miraba a ese tipo tan apurado, cruzando la calle directo al automóvil... recordé mi vida. Aburrida, vacía, siempre tan ocupado, gris, nunca disfruté sinceramente de ella, dejando para después los placeres... después. Qué palabra. Quizás la hubiera usado para decir "después de esta reunión, tengo una entrevista con..." pero nunca imaginé lo relativa que era. Hoy creo que la usaría para decir "No sé qué voy a hacer después, estoy tratando de saber lo que estoy haciendo ahora".
En mi inconsciente llanto infantil se ahogaron mis penas pasadas. Y murieron en los agrios recuerdos. Y murieron los recuerdos, para abrir una nueva página en la historia, una en blanco. Pero por ahí quedó algún resto, de ello entendí el disfrutar cada día, cada instante. Aunque empecé de nuevo, no sé si alguna vez terminaré.
18/9/00 (modificado el 24/03/06)

sábado, 21 de abril de 2007

Las mañanas empiezan a enfriar un poco y las hojas se acumulan lentamente en las esquinas.

Tengo historias fragmentadas en varios cuadernos y el esfuerzo de unirlas parece inabordable. Así es que estas líneas empiezan de cero, queriendo dejar de lado el resto y a la vez buscando abarcarlo por completo.

Lunes de paro. A la mañana la bici avanza por una ciudad aún dormida, por las escuelas cerradas, tal vez un almacenero levanta la persiana y un hombre canoso corre en el bosque. No mucho más. Rejas cerradas en las facultades, caras dormidas que vuelven a sus camas.
Yo estaba entre ellos, todavía entre sueños mientras llegaba más rápido que de costumbre, hasta que recordé que el mundo estaba ahí también, afuera de mi casa, sucediéndose.

En Neuquén la policía mató a un maestro. En Salta y Santa Cruz las movilizaciones por reclamos salariales son reprimidas violentamente. La radio informa: hay desabastecimiento de carne y el gas aumenta un 14% para los usuarios residenciales.
Los reclamos continúan en las provincias y los paros llegan tarde. Aumenta el valor de la canasta básica aunque el INDEC es cada vez menos confiable. 30 mil personas en las calles de Nequén anotan un récord histórico... 30 mil que hoy están gritando: silenciosos "desaparecidos" para el gobierno que hablan por un pueblo entero que se borró de los discursos. O que aparecerá en las elecciones.

Mientras tanto, desde la ventana miro el cielo gris y escribo mientras un rayo atraviesa la obscura noche. El fuerte sonido, como una ruptura, me estremece unos segundos después y me distraigo de las hojas y las biromes.

Otoño en La Plata es un desfile de hojas secas por las calles más transitadas, hojas sin vuelo que se dejan llevar en forma de masa por el viento. Hojas simples, que no bailan hacia un destino después del árbol, tampoco en ese tiempo de ser muchas hojas creciendo en la rama se permiten temblequear o asolear fuertemente. Sólo crecimiento, reproducción y muerte.

Mientras tanto suena un grito de fondo, entre el viento y también entre los rayos del sol, los "invisibles" hablan y se escuchan entre sí, crean, producen, transforman...

domingo, 25 de febrero de 2007

Blogealo pa´ delante!!!

Bueno, esto es algo que viene de otros blogs que visité y parece una buena idea... la idea es recomendar tres blogs que te gusten o que visites o que te parezcan bonitos... es como una cadena, para abrir los vistazos, para extender lazos o algo así. Bueno, ahí va:

Cuadernos
www.derevoluciones.blogspot.com

Esta persona es alguien que ha viajado toda su vida, y no tan sólo eso, sino que tiene un don especial: darle magia a sus palabras para hacerte viajar también. Puede meterse adentro de tu cabeza o tu corazón y enseñarte lugares que estaban cubiertos de polvo... en su blog está su valija y algo de todo lo que lleva adentro.

Buscando Humanidad
www.chetembrino.blogspot.com

Las ideas más audaces, las preguntas más profundas... aquello que no dijimos y eso que pensaste tanto y no le terminaste de dar forma. El delirio de la vida dentro de la caja de cristal. El zapatito perdido de la Cenicienta. Poesía y crítica abrazando un fin insterticial... o no. Posibilidades de cambiar las cosas, de mirar desde otro lugar, desde otras cabezas. Este chico sabe lo que dice y todo el MUNDO debería escuchar, aunque sea una vez, su pregunta.
Para saborearlo como si fueran cientos de frasquitos con distintas especias.

No soy un blog
www.willdoki.blogspot.com

Will es un chico y "es un blog" que conocí gracias a una sugerenci como éstas. Come en Mc Donalds y hace una música extraña, que se encarga de darte a conocer. Tiene una sencilla forma de ver las cosas y transmite grandes pensamiento a partir de ahí, nada es como debería ser y por eso es así... es para mí aún un universo poco explorado, pero que tiene buenas cosas.

martes, 30 de enero de 2007

Sueños desde el invierno


Sueños desde el invierno

El silencio que ocupan los pequeños sonidos: un hachazo que parte un tronco, la gotera en la esquina del alero que socava lentamente la nieve congelada, un perro que ladró un poco (muy lejano), un auto a un par de cuadras que transita por una calle de tierra esquivando los pozos, un par de chicos que llaman a alguien más, el viento, mi respiración cortada por el frío...
La voz gastada por el exceso, tratando de disimular la extenuación posterior a la trasnoche (cosas que sólo logra resaltar más). Moviéndose los pies lentamente, reptándose por la casa para no escuchar tan fuerte el crujir de los huesos, que se quejan, disconformes con el resultado. El pelo crispado y revuelto sin ningún motivo, abandonado por el espejo (que prefirió tirarse en el sillón a mirar las noticias por la CNN) y así, ofendido, juega a ser rebelde sin causa.
La respiración se acorta y es cada vez más silenciosa, aparenta desvanecerse y mezclarse con esa quietud que reina en la tierra (por lo menos en la porción que está ahora a la vista) y la boca sonríe porque sí, pensándose divertida al hallarse entre tremenda relación (entre el aire de adentro y el de afuera, por supuesto), queriendo interrumpir el emotivo encuentro con su entrometida sensación de exaltación y lujuria.
¡Y yo que no tengo una birome!, sabía que debería haber traído la cartuchera; tantas montañas recortándose en el horizonte y esa bandera argentina que flamea en el techo de una casa en ruinas: cómo me hubiera gustado describir este momento en tinta.
Después también había una calle, con pocos espacios vacíos para pasar a través y con pocos silencios de ruidos reflexivos. También estaba ahí el café: grande y aventanado, que parecía más frío que la calle y más aburrido que el espejo. Pero tenían chocolate caliente.
El recorrido hasta la cama parece interminable, cada segundo que retumba desde las agujas incansables del reloj de la pared, cada imagen sin sentido que pasa por la pantalla; todo es tan igual que parece a propósito.
¿Y ahora? De vuelta a la calle. Ya deben estar ahí.

martes, 9 de enero de 2007

Árboles


Desde la tierra –redonda según dicen- nace una mano hacia el cielo –infinito creo-.
Una espiral de vida que cambia y crece constantemente y al mismo tiempo (circular de seguro) acentúa su identidad.
Un pie que se levanta de su madre y desde ella se va a explorar el aire, a experimentar el vuelo y a bailar con el viento. Pie que descubre que podrá volar y bailar pero no dejará de sentir su raíz, su conexión con el agua desde lo más profundo, con la esencia que emana desde los huesos quebrados y las rocas hechas polvo.



Y yo aquí, una pequeña hormiga que observa desde el suelo hacia arriba, con una hojita a cuestas y el deseo de llegar hasta allá, aunque sea despacito, para sentir la danza desde adentro. Sabiendo que nunca seré árbol para vivirlo (puesto que he nacido hormiga esta vez) pienso conseguir al menos la belleza compartida de tal inmensidad (gracias a ellos que comparten invariablemente).
Viajando desde las raíces que se aferran a su vientre terracota hasta las ramas más volátiles, mi camino avanza y circular se trepa por la corteza de un mundo vivo que se estira para alcanzar los sueños. Viajando desde las verdes estepas de las hojas al sol, como una gota de lluvia que retorna a su lecho bajo la superficie, hasta los hondos pensamientos que se esparcen en el regazo de la tierra húmeda y fresca.



Frescos sueños entre los árboles, sol que otorga vida al eterno bosque de las almas, cuerpos que trepan y bajan en espiral. Redonda conexión (aire, manos, pies y pensamientos) que fluye desde las entrañas de lo inimaginable: lo oculto, subterráneo y matriz... la tierra (mundo y madre de mundos infinitos).