lunes, 24 de julio de 2006

Inverneando


Los viajes siempre te obligan a mover cosas: ¿Cuál es el equipaje imprescindible?




Cada vez se me ocurre salir con menos cosas, después de todo, la mochila siempre vuelve llena.
Ni hablar de cuando me toca viajar en el tiempo , eso si que se me hace acumulativo; además de exigir una minuciosa revisión de aquellas cosas que deberán pasar al cajón archivador de la memoria, en el intento apresurado (ese de los últimos minutos antes de salir, donde empiezo a pensar ¿qué me olvido? y repaso mentalmente una lista imaginaria de infaltables e infalibles elementos para no sentirme después tan lejos de mi vida cotidiana)en el cual pretendo dejar un espacio libre para toda esa muchedumbre de novedosas experiencias que, positivamente, espero reunir en los próximos días.


Me refiero a un viaje en el tiempo cuando moverme a otro espacio incluye un plus, el destino parece ser un lugar como de un sueño, ya repetido, por demás conocido y hasta también idealizado después de tanto pensárselo... tantas cosas que los sueños hacen parecer reales. Irme al lugar de siempre, volver podría decirse, pero nunca es volver a lo de siempre, no es repetir la historia, sino metrse en el pasado modifcándolo, creando un nuevo espacio para lo que vendrá, resignificando. Entonces,
entonces cada mirada es un viaje
cada recodo de la calle, con sus árboles de siempre (como en ese sueño)
los muebles viajan, también las palabras.


Y la mochila está siempre igual de liviana, o de pesada, eso depende de mi estado de ánimo, porque no hay cosa más transportable que la cajita que está en mi cabeza: mitad llena mitad vacía.

***

Ahora la luz entra por la ventana y se recorta con el vapor frío de las palabras, entre humos de mate, un poco de historias compartidas en medio del silencio que reina en el bosque cuando lo blanquea la nieve. Siempre viajando.